Las ciudades las hacen las personas. Y no al revés. Puede que las personas se tengan que adaptar a las ciudades cuando éstas adquieren una entidad superior al mero individuo. Las casas, palacios, calles, monumentos, son elementos estáticos con una vida muy superior a la de sus contemporáneos biológicos. Son los elementos conservadores, tradicionales, que se mantienen durante años, décadas, siglos y en algunos casos… milenios. Sin embargo, las personas son los elementos progresistas, con cambios cada muy poco tiempo, móviles, inquietos, maleables. Son las personas, en el entorno en el que desarrollan su actividad, las que son objeto de interés. Un lugar único de habitación podrá ver un número indeterminado de habitantes. Por lo tanto… ¿habitante o habitación? Mi respuesta sería los habitantes en la habitación. No se puede entender la una sin la otra.
Debido a mi profesión, aspirante a científico en pleno desarrollo de una tesis doctoral en ciencia (sí, en Ciencia y en España), he podido disfrutar en alguna ocasión de estancias y viajes al extranjero, estancias que han permitido conocer otros elementos estáticos y conservadores pero principalmente a los elementos móviles y volátiles. La relación y descubrimiento de estos últimos elementos, las personas, son lo que me interesan principalmente. Las ciudades y sus monumentos son importantes, pero más importantes son sus personas.
Nunca me han gustado los viajes turísticos planeados. Y que conste que los he hecho. Me gusta sentirme partícipe del desarrollo del viaje, tomar las decisiones que se tornarán en buenas o mejores, conocer y autoconocer. En definitiva, sentirme vivo, como los elementos móviles y volátiles. Y la improvisación juega un papel fundamental dentro de mi viaje particular. ¿Por qué venir por un sitio por el que ya pasaste previamente? A la que se podría responder… ¿y por qué no?
La exposición de fotografías que muestro a continuación son el resultado de mi viaje a Pekín durante dos semanas para realizar parte de una investigación con compañeros chinos en enero de 2014. Entre horas de arduo trabajado analizando datos, escribiendo, tomando muestras, discutiendo… salir, ver y conocer cosas y gente distintas se torna algo básico en mí. Desde una silla solitaria en medio de la noche a orillas de una avenida, como queriendo ser partícipe de la ciudad, hasta la mirada sobresaliendo por encima de unos cartones que llenan una furgoneta, pasando por un limpiador de vagones de carbón que exportan esta materia prima a Japón. Son algunas de las historias, improvisadas muchas ellas, que forman parte de esa ciudad que no para de ver pasar vidas fugaces de gente. En definitiva, fotos de la vida cotidiana de los pekineses que van más allá de la Gran Muralla China, la Ciudad Prohibida o los Soldados de Terracota. Es decir, la vida de los pekineses en China.